martes, 20 de octubre de 2009

Amarillo oscuro.


Amarillo oscuro casi gris, cierra la puerta que ya he entrado.
Me siento y froto las manos, necesito entrar en calor, vengo de la calle y tengo el frío en los huesos, marchitando los pensamientos, endureciendo las pisadas.
No se qué vendrá después, está nublado y no veo el fondo, entorno los ojos y no distingo nada en el horizonte.

Ahogando el silencio al cruzar cada esquina, rencores que huyen tras oír cada suspiro que lanzo, tienen el oído muy fino, casi no me da tiempo a nombrarlos.
Roza el canto de una copa, tú sabes cómo aplicar esa tremenda delicadeza, para hacer resonar el cristal, que sin pensarlo devuelve un gemido de placer, producido por el movimiento circular.

Ya he cogido temperatura, ahora bésame, volvamos a ser lo que éramos, cruce de caminos, red de sentimientos, caigamos en su trampa, la noche vuelve a clarear, las pisadas se vuelven a escuchar.

Todo lo ocurrido no aguantó a la razón, para que hacer caso a todo aquello que se aleja de lo conocido, que se oculta en la ignorancia, que patalea bajo la mesa y no quiere abrir los ojos.

Cuando todo acabe, habrá que seguir corriendo, si tus músculos no coordinan con tu respiración, de nada sirvió lo anterior, así que atenta a lo que haces, todo depende de que ya se dijo, no hay que mirar atrás, solo hacia adelante, sin ningún miedo a fracasar.

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